miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ondas del campo

Llegué a aquel paraje pardo que como las olas en el mar se movía formando ondas de parda tierra y parda hierba. El cielo, azul, quedo, sin nubes, tan solo hacía acto de presencia el blanco y enorme sol.
Todo estaba tan quieto y silencioso como el tiempo muerto. No pasaban ni las horas, ni los minutos, ni los segundos, tan solo pasaban las suaves y lentas ondas del campo que a morir a la desierta y negra carretera van como las olas del mar que en la orilla perecerán.
Eternamente así me quedé viendo el venir y el ir de las ondas del campo que se mecen como el alto trigo dorado acariciado por el suave viento castellano.
La eternidad pasó y yo ahí seguía: contemplando el mecer de la tierra y la quietud del sol.
Cerré los ojos y respiré.
Aspiré la fragancia del infinito, de las noches de verano y de las otoñales tardes. Aspiré el perfume de los primeros amores y de las sinceras sonrisas. Aspiré el olor de tu presencia y de tu ausencia.
Abrí los ojos cuando el fin del tiempo y el tiempo del fin se encontraron.
Una enorme luna me sonreía maternalmente intentando abrazarme con sus rayos de plata.
Las estrellas miraban curiosas a esta pobre chica que había observado durante media hora creyendo que había sido eterna, pues apenas habían pasado treinta minutos desde el comienzo de mi visión de las ondas del campo que ahora parecían pétreas sombras de la curva de tus labios.
Se burlaban de mí los astros por ser finita, pero fui eterna durante un instante.
Y ese instante durará para siempre.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Sueños #3

Camino a ciegas. Todo es oscuridad. Ando descalza por un camino de escalofríos y rocas. Las piedras del camino se me clavan en la planta de los pies produciéndome heridas.
Pero no me importa. El dolor me indica que sigo aquí, que estoy viva.
Un gélido viento me acaricia el pelo y me muerde la desnuda piel. Tirito.
Pero no me importa. El frío me indica que sigo aquí, que estoy viva.
La venda que me ciega cae. Abro los ojos. La clara luz me daña.
Pero no me importa. Porque sigo aquí. Porque estoy viva.
Me quedo quieta. Justo enfrente mía se abre un abismal barranco. Si hubiera seguido caminando habría caído. Me asomo para ver el fondo. No hay. Todo son oscuridad y sombras.
Ya no siento dolor.
Ya no siento frío.

                                           -Expresivísima.

viernes, 16 de octubre de 2015

Cartas de un escritor enamorado #5

                                                       
                                                                                                                            Madrid, 07/09/1935

Querida Isabella:

Tus palabras me hacen el hombre más afortunado del mudo. Jamás creí que un simple monosílabo afirmativo haría a mi corazón latir tan ilusionado. Vamos a casarnos y te haré sentir la mujer más amada de todas. ¡Oh, seremos tan felices!

En tu carta te muestras preocupada ya que será imposible que nos casemos en España por culpa de tu padre, él impediría cualquier intento nuestro de contraer matrimonio... Pero no te  preocupes, amor mío, tengo una maravillosa idea para llevar a cabo nuestro magnífico plan.
No te preocupes, mi dulce princesa de cuento, mi ángel caído del cielo, en cuanto leas mis palabras las pocas dudas que conservas se disiparán.

Como bien sabes es totalmente imposible que nos casemos en España y, por eso mismo, se me ha ocurrido que podríamos ir hasta Francia y después podríamos quedarnos a vivir allí. Es una idea fantástica. Tú hablas perfectamente francés y yo aprendo rápido. Con unos ahorros que tengo gracias a mi último libro podríamos llevar una vida tranquila y cómoda. Todos los días salen múltiples trenes desde Barcelona hasta París. ¡Oh, Isabella, imagina lo felices que seremos viviendo en la ciudad del amor! Yo no tengo ningún problema para desplazarme hasta Barcelona y tú simplemente dirías que vas a hacer un recado o una visita a alguna amiga tuya como excusa para poder ir hasta la estación, el único inconveniente sería el hecho de llevar una maleta con tus pertenencias sin que nadie se diera cuenta. Quizás lo más conveniente sería que contases con alguien de confianza en tu hogar para que te sirva de ayuda. En mis próximas cartas te diré más concretamente lugar y fecha donde encontrarnos para comenzar nuestro futuro.

Estoy muy ilusionado con la idea de pasar todos y cada uno de los días de mi vida a tu lado. No puedo esperar. Si por mí fuera iría hoy mismo a tu lado para comenzar ese idílico futuro. Pero sé que eso no es posible. Hemos de ser precavidos en nuestra descabellada idea y sólo planeándolo todo bien podremos estar juntos para siempre. Pensar que podré besar tus dulces labios todos los días, que podré acariciar tu suave piel de porcelana cada día y que podré abrazar tu perfecto talle a todas horas hace que un agradable cosquilleo me muerda la nuca y que las comisuras de mis labios se levanten en una ilusionada sonrisa. Me haces ser tan feliz.

Te amo con todo el amor que es posible.
Siempre tuyo,
                                                                                                                                        Fernando.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Traición.

¿Qué es este puño de hierro que oprime mi pecho, aplasta mi corazón y apenas me deja respirar?
Hiperventilo. Todo me da vueltas. Me siento terriblemente débil.
¿Qué es lo que tanto mal me causa? ¿Acaso es que me muero? Temo cerrar los ojos por no volver a abrirlos jamás... pero hay algo, no se el qué, que me insta a dejarme llevar y a descansar la vista, quizás para siempre. Pero no puedo, aún no, antes tengo algo pendiente. Me muero, me muero... ¿o tan sólo es un mal sueño? No lo se... Lo único que claro tengo es que apenas puedo respirar, me falta el aire. Mi alma abandona ya mi cuerpo. Y yo tan sólo quiero gritar.
¿Cuándo comenzó mi martirio? Apenas tengo recuerdos, la neblina de mi sufrimiento lo disipa todo, hace impenetrable mi memoria. Tengo que recordar cuándo comenzó.
Veo un rayo de luz proveniente de un imborrable recuerdo...sí, ya se empieza a esclarecer la evocación... Oh, sí, es cierto. Todo comenzó aquel lluvioso día de finales de Noviembre. Fue el día en el que por fin lo asesiné. Llevaba días, ¡qué digo! ¡semanas fueron! Llevaba semanas sin poder ni comer, ni dormir, ni vivir. Una febril locura se cernía cada vez más sobre mí. Mi persona ya no me pertenecía, lo veía todo desde fuera, no me controlaba y, sin embargo, padecía de una terrible calma. Todos mis movimientos, todas mis palabras, todos mis gestos e incluso mis pensamientos estaban estudiados a la perfección para que nadie sospechara. Nadie debía saber el terrible crimen que iba a cometer contra mi fiel amigo.
Jamás en todos nuestros años de amistad me imaginé siquiera que todo acabaría así.
¡Maldito Eros, temido por los dioses, todo es a causa tuya! Todo fue por un crimen pasional.
Maté a mi más querido amigo por culpa de un enamoramiento. No podía soportar ver a aquella deidad humanizada paseando de la mano de mi compañero de andanzas.
¿Cómo podía hacerme ella a mí eso? ¿Cómo si aún la noche anterior se entregó a mí tras una confesión de mutuo amor?
No podía soportarlo. Así que huí. Recorrí Europa entera intentando alejarme de ella y de aquel acto de traición que hizo a mi persona. ¡Oh! ¡Cuánto debieron de mofarse ella y su amante de mí por haber caído en su vil trampa! Estarían riéndose noches y días de las alabanzas y promesas de amor que yo no cesaba de decirle aquella noche. Y, mientras tanto, yo bebía en los tugurios más inhóspitos intentando curar mi atormentada alma. Por eso puse fin a las burlas y a la vida de mi antiguo fiel amigo. Con la muerte de mi camarada el sentimiento de la traición nació en mí y ,mi sufrimiento, no hizo nada más que comenzar.
Pero aún después de este terrible acto podía notar las miradas de ella. ¡Continuaban sus burlas! Estoy seguro de ello. Podía notar como me miraba, mofándose, mientras recordaba su cruel broma.
Me estoy muriendo. Lo noto. Pero antes de que mi miserable vida llegue a su fin también lo hará la de ella. Esta misma noche, antes de que mi alma abandone mi inútil cuerpo, daré fin a sus terribles burlas. Y, sólo así, podré perdonarles.
La venganza es un plato que se sirve frío, tan frío como un cadáver... o dos.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Cartas de un escritor enamorado #4

                                      Madrid, 27/08/1935.

Querida Isabella;
Lamento profundamente no haberte escrito en los meses que duró mi ingreso médico. Ayer me dieron el alta y, junto con mis pertenencias, me entregaron tu carta. Jamás un trozo de papel me había hecho sentirme tan afortunado y tan maravillosamente feliz. He estado toda la noche y todo el día leyendo y releyendo tu carta hasta el punto de que me la se ya de memoria.

¡Ay! ¡Qué preocupada estabas ante mi silencio durante estos meses! Mi pobre y dulce Isabella. Pero no tienes qué temer; ya estoy bien, ya estoy perfectamente recuperado. Y, por favor, no te sientas culpable por el mal que he padecido. En estas tan largas semanas mi amor por ti se ha triplicado si cabe. Cada noche soñaba contigo. Cada noche, en mis sueños, cruzabas la puerta de mi dormitorio con ese precioso vestido blanco que llevabas cuando te conocí, me dabas un fugaz beso en la frente y me susurrabas que me pondría bien, que no me moriría. Acto seguido te ibas tan rápidamente como habías entrado. Ese glorioso sueño fue mi dicha y mi cura.
Eres mi salvadora.
Mi ángel caído del cielo. Mi dulce princesa de cuento.
A ti te lo debo todo. A ti te debo mi vida. Mi alma estará siempre unida a la tuya.

¡Oh! Mi querida Isabella, ¡qué idea se me ha ocurrido! Es un disparate, una locura, pero estoy dispuesto a llevarla a cabo siempre y cuando tú aceptes. ¡Casémonos, Isabella! ¡Sí, casémonos!
Tú me amas,  yo te amo y nada más nos hace falta. Con tal de tenerte a mi lado todo lo demás carece de importancia.

Por favor, ven a Madrid y casémonos. O si lo prefieres iré yo a Barcelona. Acéptame como tu marido y te prometo que te convertiré en la mujer más feliz de todas.

Siempre tuyo,
                                      Fernando.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Sueños #2

Me contó que tuvo sueño. Era un sueño desgarrador y asfixiante. Mientras me lo contaba yo misma notaba como me iba faltando el aire y como caía presa de un ataque de ansiedad.
En el sueño ella estaba atrapada. Enclaustrada bajo una pequeña cúpula opaca. No podía salir. Notaba como poco a poco cada molécula de oxígeno se iba agotando. Sus pulmones comenzaban a arderle. No podía más. Estaba cayendo presa de un estado de pánico.
Una fuerza invisible que paulatinamente iba creciendo en el centro de la cúpula la repudiaba. La lanzaba contra las paredes de su opaca prisión oprimiéndola cada vez más y más y más... Ella sólo quería salir de allí. Tan sólo quería sentir el frío de nuevo mordiéndole la piel mientras una bocanada de aire fresco se abre paso hasta sus pulmones. Pero seguía allí, atrapada, sin escapatoria alguna. Ahogándose poco a poco. Cuando su último suspiro abandonó su cuerpo despertó en medio de sudores fríos.

Tras contarme aquella agobiante pesadilla sentía que me faltaba el aire. Ambas nos miramos. Silenciosas lágrimas bañaban su rostro. Sin decir nada más se levantó y se fue. Aún no he vuelto a saber nada más de ella.

                                              -Expresivísima.

domingo, 13 de septiembre de 2015

¿La última persona en cuya casa has dormido?

La última vez que dormí en casa de alguien fue la última vez que dormí.
Desde entonces no pego ojo. Los antiguos fantasmas de aquella noche me persiguen cada vez que intento conciliar el sueño.
No puedo dormir.
No debo dormir.
Si duermo me muero.
La muerte no me asusta. Lo que me asusta es que ellos me esperan. Esperan a que me muera. Lo sé . Ellos saben que lo sé pero no por ello serán menos salvajes conmigo.
Desde aquella noche no puedo dormir.
Desde aquella noche no puedo morir.
Desde aquella noche no puedo vivir.
Desde aquella noche...

                                          -Expresivísima.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Cartas de un escritor enamorado #3

                                     Madrid, 13/03/1935

Querida Isabella;

Me muero.
Mañana me van a ingresar en el hospital porque me muero.
Los médicos no saben de qué pero yo sé que es de pena.
La soledad y la tristeza se han abierto un hueco en mi corazón y se están extendiendo poco a poco por todo mi cuerpo llenándolo todo de amargura y dolor.
Ya no como, apenas duermo y ni siquiera puedo ya soñar despierto.

Sé que nací por ti, mi querida Isabella. Mi único fin en la vida es el de adorarte como a la diosa que eres. Pero si me falta el objeto de mi deseo yo no soy nada, no valgo para nada.

Mi ángel caído del cielo. Mi dulce princesa de cuento.

Ocupas día y noche mis pensamientos. Todo lo que escribo es siempre acerca de ti. Sales en todos mis poemas y en todos mis cuentos, tanto en los de amores como en los de soledades.
Eres mi mundo entero. Tú eres todo mi universo.

Te necesito como al respirar y me ahogo, Isabella, me estoy ahogando.

            No dejes que me muera.
                                    
                                       Fernando

lunes, 31 de agosto de 2015

Sueños #1

Ella estaba plácidamente recostada en su asiento del avión leyendo una revista cuando una sombra de una lejana nube, que momentáneamente escondió el sol, pasó por su ventana. Eso la hizo salir de su ensoñación y detener su lectura para observar el maravilloso paisaje que sobrevolaba. Una pequeña isla acabada en afilados acantilados salpicados por la blanca espuma de las olas que allí rompían y rodeada de la dorada aura del atardecer.
Ensimismada por semejante visión cogió su teléfono móvil para inmortalizar aquel mágico paisaje cuando un leve ronquido hizo que se girase a su izquierda para descubrir a quien lo había producido.
No podía creer lo que sus ojos le mostraban. A su izquierda sentado estaba él, la única persona capaz de hacerle sentir cosas maravillosas. Aquel que producía en ella un inefable sentimiento de amor puro y verdadero.
Maravillada ante su imagen adormilada abandonó la tarea de fotografiar el paisaje que se aprecia por su ventanilla para fotografiar a algo mucho más bonito, a él.
Él a la segunda fotografía se despertó perezosamente y la observó.
Ella sonrió y siguió con la sesión fotográfica a lo que él respondió poniendo caras divertidas.
Ella pensó que jamás un viaje fue tan maravilloso y que él hacía incluso de las tareas más tediosas una actividad encantadora.
Se fundieron en un fuerte abrazo mientras la luz dorada de los últimos rayos de sol los rodeaba creando un ambiente terriblemente romántico.
Cuando ella se dio cuenta de que todo era un sueño y de que él realmente no estaba a su lado apenas pudo contener las lágrimas.
Lo quiere tanto que duele.
                   
                                              -Expresivísima.

jueves, 27 de agosto de 2015

Cartas de un escritor enamorado #2

                                      Madrid, 20/02/1935.
Querida Isabella;
Desde que hace dos semanas aquel nublado día te fuiste no he vuelto a saber nada más de ti.
No sé si mi anterior carta no te ha llegado o si no me has querido contestar.
¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no ves lo que sufro?
Es un auténtico sin vivir, Isabella... mi amada Isabella. No sé si estás bien o si te ha pasado algo y por ello no me puedes responder. Espero, por Dios, que no te haya pasado nada malo... si eso fuera así juro que moriría.

Mi ángel caído del cielo. Mi dulce princesa de cuento.

Estoy empezando a perder el juicio. Ya no sé ni qué pensar ni qué creer.
Ardo en deseos de que me escribas. Cada tarde, cuando viene el cartero, muero porque me entregue tu tan deseada carta y, cada tarde, cuando no me la da, muero de nuevo.

A veces me consuelo pensando que tal vez todo sea por obra de tu padre. Quizás mi anterior carta, por algún mal juego del destino, cayó en sus manos y éste te prohibió contestar. ¡Oh!, ¡cuan desgraciado sería si eso hubiera ocurrido! ¡Cuánto habrías tenido que sufrir por culpa de tu progenitor!

Isabella, mi querida Isabella, por favor, por mí y por lo que más quieras, respóndeme. No sabes cuánto deseo una carta tuya.

Con toda mi alma y mi corazón, siempre tuyo,
                                            Fernando.

lunes, 17 de agosto de 2015

Recuerdos

Piel salada
de estar nadando
en el Mediterráneo
La Luna blanca
en el oscuro cielo
estrellado
Arena fina
blanca y suave
bajo mis pies
Agua caliente
y olas rompiendo
Y tú
junto a mi
acariciándome
besándome
abrazándome...
Envolviéndome con tus brazos
para que el frío
no se me adhiera
a la piel salada
y mojada
de estar nadando
en el Mediterráneo
Juegos
risas
carreras
fotos...
recuerdos
sabor salado
de estar nadando
en el Mediterráneo.


-Expresivísima                                           

Querer y no poder.

El querer y no poder nunca lo debemos confundir con el poder y no querer. De nombre parecido, es, a simple vista, practicamente lo mismo, pero dos cosas bien distintas son.
El poder y no querer, caprichoso capricho de los caprichosos. Poder tener cualquier cosa imaginable. Poder alcanzar a cualquier persona viviente. Poder acaparar todo aquello posible. Pero no quererlo. ¿Porqué? Por capricho, por terquedad, por imbecilidad.
¡Ay! ¡Cuánto los envidio yo! No envidio lo que pueden tener sino que pueden tenerlo.
Sólo quiero eso. Tener. Tenerte. A ti. Sólo te quiero a ti junto a mí.
Esto es el querer y no poder.
Quiero tenerte a mi lado. Pero no puedo, estás lejos.
Quiero vivir cada segundo que me queda junto a ti. Pero no puedo, estás lejos.
Quiero que nuestra piel sea la última frontera,  la única barrera que nos separe. Pero no puedo, estás lejos.
Quiero besarte en cualquier momento, como las parejas normales... Al despertarme junto a ti quiero darte un beso de buenos días; al decirte que te amo, un tierno beso; al reírme con tus bromas, uno tímido; a lo largo del día un millón y uno más de dulces besos cargados de fuertes sentimientos; y, por último, al ir a dormir, un largo beso de buenas noches.
Pero no puedo, estás lejos.
Por eso nunca se deben confundir el poder y no querer con el querer y no poder. 



-Expresivísima                       

jueves, 13 de agosto de 2015

Cartas de un escritor enamorado #1

                                     Madrid; 13/02/1935.

Querida Isabella;
Desde la primera vez que te vi no paro de pensar en ti. No puedo, por mucho que lo intente, cesar de recordar tu tímida sonrisa, tus hipnotizadores ojos dorados y las melódicas ondulaciones de tu voz en las que tanto me gusta perderme.
No puedo parar de pensar en la primera vez que te vi con tu precioso vestido blanco de encaje, semejabas la mismísima Afrodita personificada.
No ceso de volver a aquel primer café que compartimos, ni en los diez siguientes con sus diez correspondientes noches charlando hasta el amanecer.
Jamás me había pasado algo así con nadie y sé que no me volverá a pasar; porque tú eres única, porque tú eres especial.
Quiero pasarme el resto de mi existencia a tu lado, quiero que todo mi mundo gire en torno a ti. Si tan sólo tu padre me dejara ir a verte... No me gusta vernos a escondidas pero prefiero eso a perderte.
Deseo con fervor que llegue el día en que podamos compartir nuestra vida. Ansío que te acuestes todas las noches a mi lado y que te despiertes junto a mí. Quiero que tu voz sea lo último que escuche por la noche y lo primero por la mañana y que te acuestes sabiendo cuánto te amo y te levantes conocedora de cuánto te adoro.

Mi ángel caído del cielo. Mi dulce princesa de cuento.

A veces me pregunto si eres real o tan sólo una ensoñación. Si no eres real, si, por desgracia, eres un hermoso sueño, jamás quiero despertar.
Dime,  Isabella, mi amada Isabella, ¿qué debo hacer para que comprendas lo mucho que te amo? Dicen que si sueñas con alguien es amor verdadero y yo no ceso de soñar contigo... tanto durmiendo como despierto
¿Sueñas tú conmigo? ¿Es mi amor correspondido?
Sueño con el día en que te vi por primera vez, con cuando rocé tu suave piel y con como te sonrojaste. Pero también sueño con nuestra despedida. Odié con todo mi ser verte marchar aquel nublado día, contigo se fue mi alma, cuidala bien, depende de ti.
A veces también sueño con cómo será la próxima vez que nos veamos. Ansío tanto que llegue ese día.
Dime, Isabella, mi querida Isabella, ¿cuándo volverás a Madrid?, ¿cuándo a Barcelona podré ir?
Deseo verte y no puedo esperar.

Con todo mi corazón,
                                         Fernando.

domingo, 9 de agosto de 2015

¿Alguna vez has disparado una pistola de verdad?



Sí. Fue una noche lluviosa, la densa niebla cubría el húmedo suelo de aquel lejano páramo. Había pensado en aquel día durante meses. Tenía la excusa perfecta para llevarlo hasta allí. "Tenemos que hablar" le dije "ven a las doce". A las once y media
 él ya estaba allí, impaciente. Seguro que creía que iba a perdonarle. Pobre iluso. Le iba a perdonar, sí, pero a mi manera. Y para siempre... Me costó mucho tiempo
 comprar aquella pistola pero me costó mucho más pensar algún lugar para poder llevar
 a cabo mis planes. En cuanto llegué me di cuenta de lo nervioso que estaba él. Sin embargo yo estaba
 muy tranquila. Lo tenía todo premeditado. Lo llevé al lugar más alejado de la carretera.
 Él comenzó a pedirme perdón y a decirme cuánto me amaba. Sonreí y saqué el arma. Se dio cuenta de mis planes. Intentó huir pero mi bala fue más rápida. Lo llevé tras unos
 arbustos donde esa misma tarde había hecho un agujero para enterrar el cuerpo. Tuve
 que agrandarlo un poco ya que no lo había medido bien. Metí el cuerpo, estaba rígido
 y muy frío pero eso no me importó. Después cogí la pala y eché tierra encima suya. Volví al coche. Mientras conducía a casa me sentía muy bien. Por fin había conseguido
  perdonarle.  
La venganza es un plato que se sirve frío, tan frío como un cadáver.

                                                                                          -Expresivísima.
Jamás me imaginé escribiendo un blog, pero aquí estoy.
Antes de comenzar a publicar quiero darle la bienvenida a los futuros lectores y pedirle disculpas adelantadas por mi ineptitud con todo lo relacionado con ordenadores y tecnología.
Con esta página no pretendo hacerme famosa, ni ganar millones, ni nada por el estilo. Tan solo quiero desahogarme, escribir todo lo que me atormenta para aliviar mi mente y todo lo que pienso para que no caiga en el olvido.
Espero sinceramente que lo que aquí leáis os cause algún tipo de emoción, que despierte  en vosotros algún sentimiento, que no pase desapercibido; porque eso es el arte y eso es lo que yo quiero.
Y dicho todo esto te dejo a solas con mis pensamientos para que os conozcáis mejor.
Hasta la próxima.
                                                                                                      -Expresivísima.