jueves, 24 de noviembre de 2016

Tiempo atemporal.

¿Qué es la literatura?
Palabras que me guían,
palabras que me aclaman,
oraciones que se forman.
¡Oh! Musas, acudid a mi llamada.

¿Qué es la literatura?
Es magia:
son poderes divinos, es fuerza,
es malestar, es vida...
Pero también es muerte.

La literatura es tiempo,
pero también lo para.
Lo mata.

¿Qué es la literatura?
A veces lo es todo,
a veces no es nada.



Las letras, difusas, escapan;
huyen de mi pluma al blanco papel.
De negra tinta se forman,
de oscuridad se llenan las letras.

Las musas son las que hablan,
no el poeta.

Susurran a su oído las dulces palabras,
las confesiones de amor, las maldiciones,
la poesía.
Se lo susurran todo,
pero no le dicen nada.

¡Oh! Triste poeta de alma inmortal.
Dime, ¿por qué pecado te has convertido
en profeta divino?

¡Oh! Pobre poeta de cuerpo mortal.
Solo encuentras placer en las letras,
solo las palabras te abrazan ya.

Dime, ¿qué es literatura?
Es magia:
son poderes divinos, es fuerza,
es malestar, es vida...
Pero también es muerte.

La literatura es tiempo
siendo atemporal.
Te para.
Te mata.

¿Qué es la literatura?
Lo es todo.
No es nada.




-Expresivísima.

martes, 8 de noviembre de 2016

Conjunto de relatos cortos.



LIBÉRAME
La noche nos resguarda, ella es nuestra confidente. A la luz de las muertas estrellas me susurras cuánto me quieres. Bajo la mortecina luz de la luna me repites cuánto lo sientes. Lástima que yo ya no sienta nada. Me hiciste daño. Ojalá me hubieras clavado un frío puñal de plata en las entrañas en lugar de dañarme con tus manchadas palabras. Me hiciste daño. Tras prometerme una y mil veces que en ti podía confiar me traicionaste. Debí haberlo visto venir pero estaba ciega. Tus ojos eran lo único que me importaba. Cuando me mirabas así sentía que no podía ocultarte nada. Tus labios suavemente acariciaban mi cuello volviéndome vulnerable. Hubiera dejado que me arrancaras el corazón y lo apuñalaras delante mía en ese precioso momento. Pero hiciste algo peor. Dejaste mi cuerpo con vida pero mi mente bien muerta. Me traicionaste. Por eso ya no siento nada. Ya no noto un dulce cosquilleo cuando tus dedos caminan sobre mi desnudo cuerpo. Porque ya no siento nada. Ya no soy nada por tu culpa. Por tu puta culpa. Ojalá mi cuerpo estuviera tan muerto como yo lo estoy por dentro. Ojalá fuera capaz de sentir el frío de la noche. Ojalá fuera capaz de perdonarte. Ojalá fuera capaz de olvidarte. Me has hecho mucho daño. Y aún así no puedo separarme de ti. Dime, ¿es esto masoquismo o me has hipnotizado? Por favor, sea lo que sea, libérame. Mátame del todo, yo no creo que sea capaz de hacerlo por mi cuenta, ya no tengo fuerzas. Por favor, ayúdame a librarme de este sufrimiento. Quiero volver a sentir, aunque sea una fría cuchilla atravesándome la garganta. Por favor, mátame. Ya lo has hecho una vez, no te costará hacerlo de nuevo. Pero, por favor, cuando lo hagas recuerda que has sido tú y solo tú el causante de todo ello. Y, dicho esto, te quiero.


FUE EN OTOÑO
Recuerdo cuando te vi por primera vez. En ese momento fui feliz. Yo acababa de salir de una terrible depresión, lo único que quería hacer era desaparecer, no ser recordado por nadie. Hasta que te vi. Un grupo de amigos habían quedado y me obligaron a ir con ellos. Fingí estar bien para no preocuparles pero me estaba pudriendo por dentro. Sin embargo, al verte, ya no hacía falta seguir fingiendo. Tu castaña mirada me hizo recobrar las ganas de existir. Lo único que quería hacer era pasar la eternidad en tu cama contándote los lunares y acariciándote tu suave pelo. Lo único que ahora ya deseaba era pasar una infinita existencia contemplando tu sonrisa. Lo único que ahora me preocupaba era pasarme mil vidas contigo hablando de todo y de nada. Te debo mi vida. Si hoy estoy aquí es gracias a ti. Sé que nunca hemos hablado, pero has hecho más por mí con tu existencia que cualquier otra persona. Eres demasiado perfecta, aunque tú no lo veas... Te escribo esta carta porque me voy. Me voy muy lejos a empezar una vida desde cero donde nadie sepa mi nombre, donde nadie sepa quien era. Sin embargo, no podía irme sin decirte cuánto significas para mí... no podría con ello. Necesitaba darte las gracias, te debo demasiado. Algún día, cuando vuelva, te entregaré mi alma porque si sigue existiendo es gracias a ti. Tú me has salvado. Me voy, pero te quiero. Sinceramente, espero que notes mi ausencia.


MAR
Echo de menos tus sábanas. Creo que jamás he sentido tanta obsesión por una cama. Recuerdo perfectamente cada rincón de tu cuerpo. Recuerdo perfectamente cada puto beso. Recuerdo perfectamente el sonido de tu adormilada voz por la mañana pronunciando suavemente mi nombre como con miedo a que me desvanezca como un sueño. Lo que no recuerdo es aquel sentimiento. Me hiciste daño, me destrozaste. Tú eres la causante de que ahora sea más muerte que vida. Ya no siento nada. La lluvia ya no significa nada para mí, antes lo era todo. Una tarde lluviosa era sinónimo de hundirme en tu sofá y en tus besos mientras nuestra piel es la única frontera entre nosotras. Pero ahora ya no es nada. El olor del café ya no me hace sentir bien. Antes, que me despertara con ese olor significaba que estabas en mi cocina removiéndolo todo en un intento de hacer el perfecto desayuno tras una larga noche juntas. Pero ahora ya no es nada. Antes el océano lo era todo para mí porque las olas me susurraban tu nombre y me hacían sonreír. Pero ahora ya no es nada. Antes era capaz de sentir. Pero ahora ya no soy nada. Me dejaste amarte para tener a alguien que calentara tu cama, para tener a alguien que no te hiciera sentir tan sola. Me dejaste amarte pero tú nunca sentiste nada por mí. No siento rencor, amarte fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Nací por ti, para quererte, para besarte, para acariciarte, para cuidarte. Por eso no me molesta morir por ti, porque sé que ya he cumplido mi cometido en la vida: estar junto a tu lado. Por eso no me molesta morir. El océano está frente a mí como un día tú lo estuviste. Las olas gritan tu nombre, pero ya no siento nada, porque ya no soy nada. Doy un paso al frente y ya me estoy hundiendo, el ladrillo de hormigón que llevo atado a los pies tira de mí con fuerza. Pero ya no siento nada, porque ya no soy nada. Dejo de luchar, sé que es inútil. El frío me inunda. Abro los ojos y estoy rodeado de ti, Mar... Cuando la última gota de aire que habitaba en mis pulmones me abandona me pongo feliz. Porque acabo de recordar lo que es sentir. Ni la muerte conseguirá hacer que me olvide de ti. Echo de menos tus sábanas...


CARPE NOCTEM
Fuimos eternos. El tiempo era nuestro mientras huía de nuestras manos. El sol salía, las estrellas morían, la noche se iba. Mas, nosotros seguíamos siendo eternos. La cotidiana vida de los pobres mortales comenzaba a nacer a nuestro alrededor con el nuevo día. Me negaba a asumir que el fin estaba ahí. No podíamos renunciar a nuestra inmortalidad. Contigo soy infinita. La noche es nuestra. Mas la noche se acaba... Se va, nos abandona. El día comienza y, con él, nuestra mortalidad. ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué no podemos simplemente ser?
Que la única frontera sea nuestra piel. Que no importe ni dónde estemos, ni cuándo. Que lo único importante sea que estemos, juntos. Porque somos eternos. Fuimos eternos... ¿lo volveremos a ser?
Carpe noctem.
¿Recuerdas las estrellas? ¿Recuerdas la oscuridad de la noche? ¿Recuerdas mi presencia? Yo sí.
¿Recuerdos el frío viento matinal? ¿Recuerdas los primeros rayos de sol? ¿Recuerdas mi ausencia? Yo sí.
¿Recuerdas nuestro infinito? Yo jamás lo podré olvidar.


¿TE DOY IGUAL?
Hoy me he dado cuenta de algo que me ha dejado fatal. Me ha destrozado, me ha impactado, me ha hecho temblar. Y, es que, las mismas personas que dijeron que siempre ahí estarían, en mi vida ya no están. Desaparecieron, se fueron, huyeron. Incorrecto, no escaparon, yo los dejé atrás. Quizás fue por miedo, quizás. Yo no lo sé, tan sólo sé que aquí no están.
Me auto-encerré y, poco a poco, a todos eché. Nadie resistió, nadie aguantó, nadie pensó siquiera en luchar. Hice como que no me importaba cuando me estaba muriendo en realidad.
Y, dime, por favor, contesta a esto que me atormenta y que no deja a mi alma descansar en paz. ¿Tú serás uno más? ¿Tú también te irás cuando yo me empiece a amedrentar? Necesito que te quedes, que aguantes, que no me dejes atrás.
Mira, sinceramente, llegados a este punto, me da igual nuestro futuro. Que te vayas, que me dejes, que aguantes, que te quedes. El final nunca variará, siempre acabaremos igual.
Así que, cállame. Cómete mis preocupaciones a besos y recuérdame que estoy viviendo un irrepetible presente.
Ojalá, ojalá, ojalá, no me dejes marchar.



FRÍO METAL.
Primero dolor.
Luego calma.
Después escozor y, poco a poco, para.
Ahora rabia, ahora pena, ahora asco, ahora tristeza.
Pero siempre odio.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Mátame.

Yo nunca te he pedido un final feliz, porque eso requiere de un fin. No quiero que esto se acabe, quiero que seamos eternos. Por eso, mátame. Déjame quererte. Pero poco a poco, el infinito es nuestro.
Mátame. Déjame amarte, aunque mañana ni recuerdes lo que fuimos en tu cama.
Aquí vivimos con calma. Aquí el tiempo no pasa. Aquí tan solo importan tus besos. Aquí vivimos en un eterno momento.
El débil sol de Octubre golpea la ventana. Los primeros rayos del amanecer nos llaman. Se supone que éramos el infinito. Hicimos un trato con la noche, nos amaríamos mientras ella durara.
Pero el fin llegó.
El sol salió.
Todo se acabó.
Aún no nos puede estar pasando esto. Aún no te he contado todos los lunares. Aún no han recorrido mis caricias toda tu piel. Aún no te he gastado los labios de todos los besos que necesito darles. Aún no puede la realidad del día golpearnos. Aún no he acabado de amarte... Aún no. Aún no. Aún no...

La escurridiza eternidad se ha vuelto finita entre tú y yo sin que nos diéramos cuenta. Así que mátame, déjame quererte una vez más... Eso sí es infinito...



Todo esto pasó a la velocidad de la luz por mi mente mientras la oscura habitación se teñía del inconfundible dorado matinal. Lo pensé pero me callé. Sabía que no debía decir nada, nuestro trato era invariable.
Se nos acabó el tiempo. Tú también callas pero lo noto en tu mirada. Abandono la comodidad de tus sábanas y comienzo a vestirme lentamente. Tú me observas desde la cama, en silencio, como queriendo captar cada movimiento que hago. Me siento al borde de la cama para calzarme, te acercas y me abrazas por la espalda mientras me besas el cuello. No puedo evitar pensar que este es el último instante que pasaremos juntos y unas silenciosas lágrimas me acarician tímidamente las mejillas. Evito mirarte pero te has dado cuenta. Me besas suavemente el rostro siguiendo el salado recorrido de las lágrimas. Pones tus manos a ambos lados de mi cara y pegas tu frente a la mía obligándome así a observar tus hipnotizantes ojos. "Esto no es un adiós, recuérdalo, siempre". ¡Cuánto error hay en tus dulces palabras! Mañana ya te habrás olvidado de mí y será otra la que caliente tu cama. Pero eso no me enfada, simplemente me entristece que, durante una eterna noche, lo hayamos sido todo y que ahora no seamos nada...

Mátame. Acaba con mi sufrimiento. Yo sola no puedo hacerlo. Así que déjame quererte y, por favor, mátame...




-Expresivísima.