domingo, 9 de agosto de 2015

¿Alguna vez has disparado una pistola de verdad?



Sí. Fue una noche lluviosa, la densa niebla cubría el húmedo suelo de aquel lejano páramo. Había pensado en aquel día durante meses. Tenía la excusa perfecta para llevarlo hasta allí. "Tenemos que hablar" le dije "ven a las doce". A las once y media
 él ya estaba allí, impaciente. Seguro que creía que iba a perdonarle. Pobre iluso. Le iba a perdonar, sí, pero a mi manera. Y para siempre... Me costó mucho tiempo
 comprar aquella pistola pero me costó mucho más pensar algún lugar para poder llevar
 a cabo mis planes. En cuanto llegué me di cuenta de lo nervioso que estaba él. Sin embargo yo estaba
 muy tranquila. Lo tenía todo premeditado. Lo llevé al lugar más alejado de la carretera.
 Él comenzó a pedirme perdón y a decirme cuánto me amaba. Sonreí y saqué el arma. Se dio cuenta de mis planes. Intentó huir pero mi bala fue más rápida. Lo llevé tras unos
 arbustos donde esa misma tarde había hecho un agujero para enterrar el cuerpo. Tuve
 que agrandarlo un poco ya que no lo había medido bien. Metí el cuerpo, estaba rígido
 y muy frío pero eso no me importó. Después cogí la pala y eché tierra encima suya. Volví al coche. Mientras conducía a casa me sentía muy bien. Por fin había conseguido
  perdonarle.  
La venganza es un plato que se sirve frío, tan frío como un cadáver.

                                                                                          -Expresivísima.

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