él ya estaba allí, impaciente. Seguro que creía que iba a perdonarle. Pobre iluso. Le iba a perdonar, sí, pero a mi manera. Y para siempre... Me costó mucho tiempo
comprar aquella pistola pero me costó mucho más pensar algún lugar para poder llevar
a cabo mis planes. En cuanto llegué me di cuenta de lo nervioso que estaba él. Sin embargo yo estaba
muy tranquila. Lo tenía todo premeditado. Lo llevé al lugar más alejado de la carretera.
Él comenzó a pedirme perdón y a decirme cuánto me amaba. Sonreí y saqué el arma. Se dio cuenta de mis planes. Intentó huir pero mi bala fue más rápida. Lo llevé tras unos
arbustos donde esa misma tarde había hecho un agujero para enterrar el cuerpo. Tuve
que agrandarlo un poco ya que no lo había medido bien. Metí el cuerpo, estaba rígido
y muy frío pero eso no me importó. Después cogí la pala y eché tierra encima suya. Volví al coche. Mientras conducía a casa me sentía muy bien. Por fin había conseguido
perdonarle.
La venganza es un plato que se sirve frío, tan frío como un cadáver.
-Expresivísima.
-Expresivísima.
Un gran relato. Uno de los que más me gustan. Exprevísima, mis mas sinceras felicitaciones!
ResponderEliminarFantástico!
ResponderEliminar