jueves, 27 de agosto de 2015

Cartas de un escritor enamorado #2

                                      Madrid, 20/02/1935.
Querida Isabella;
Desde que hace dos semanas aquel nublado día te fuiste no he vuelto a saber nada más de ti.
No sé si mi anterior carta no te ha llegado o si no me has querido contestar.
¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no ves lo que sufro?
Es un auténtico sin vivir, Isabella... mi amada Isabella. No sé si estás bien o si te ha pasado algo y por ello no me puedes responder. Espero, por Dios, que no te haya pasado nada malo... si eso fuera así juro que moriría.

Mi ángel caído del cielo. Mi dulce princesa de cuento.

Estoy empezando a perder el juicio. Ya no sé ni qué pensar ni qué creer.
Ardo en deseos de que me escribas. Cada tarde, cuando viene el cartero, muero porque me entregue tu tan deseada carta y, cada tarde, cuando no me la da, muero de nuevo.

A veces me consuelo pensando que tal vez todo sea por obra de tu padre. Quizás mi anterior carta, por algún mal juego del destino, cayó en sus manos y éste te prohibió contestar. ¡Oh!, ¡cuan desgraciado sería si eso hubiera ocurrido! ¡Cuánto habrías tenido que sufrir por culpa de tu progenitor!

Isabella, mi querida Isabella, por favor, por mí y por lo que más quieras, respóndeme. No sabes cuánto deseo una carta tuya.

Con toda mi alma y mi corazón, siempre tuyo,
                                            Fernando.

7 comentarios: