sábado, 21 de mayo de 2016

Coup de foudre.

La vi por primera vez aquella tarde de otoño cuando las hojas secas apenas comenzaban a cubrir los áridos caminos. Aquel triste y frío día nublado la miré por vez primera a los ojos y algo muy dentro de mí cambió para siempre.
En Francia existe una expresión para el amor a primera vista; 'coup de foudre', literalmente significa 'golpe de relámpago'. Esto sentí yo. Tan solo con una mirada sentí un trueno naciendo en mi nuca y expandiéndose en mi interior hasta recorrer cada terminación nerviosa existente en mi cuerpo. Sentí como mi alma huía de mí para acudir al lado de aquella de quien mis ojos no podían separarse. Juro por todos los dioses reales e imaginarios que el tiempo se detuvo cediéndome la oportunidad de mirar eternamente a esos cristalinos ojos de sombras.
Sin embargo, el azar o el destino (ya no sé quien guía mi vida) decidió que todo esto que yo experimentaba no era suficiente. Por eso, ella me miró. Sus ojos encontraron a los míos y, juro por cualquier deidad pasada y presente, que tan solo existíamos nosotras dos, todo lo demás simplemente desapareció. La tierra se detuvo, nada se movía más que el brillo de sus ojos de zafiro. Los astros se acercaron para poder observar aquella mirada que competía con cualquier estrella. Cualquier poeta habría dicho que el universo se reducía a esos celestes ojos, mas yo no soy cualquier poeta. Para mí su mirada eran dos agujeros negros que me absorbían lentamente hasta lograr hacerme desaparecer en su eterna belleza; pero yo no hacía nada para escapar, porque yo quería profundizar en su mirada turquesa. Ya no precisaba de ningún cielo cobalto que me cubriera ni de ningún cristalino mar en el que bañarme, todo lo que necesitaba eran esos brillantes ojos. Cualquier poeta habría dicho que sus ojos son dos claras lagunas en las que poder bañarte, mas yo no soy cualquier poeta. Yo me sumergí en un infinito y solitario océano, me hundía lentamente en ese mar de topacios sin hacer nada para intentar alcanzar la superficie; porque yo quería estar ahí, ahogándome en lo más profundo de su mirada. Su mirada puesta única y exclusivamente en mí.
Cualquier poeta habría dicho que sus ojos eran dos gotas de rocío. Pero, en realidad, eran dos lágrimas nocturnas de una triste niña a la que le acaban de romper el corazón.
Cualquier poeta habría dicho que su mirada encierra todo lo bueno del mundo. No obstante, yo sé que tras esos dulces ojos se encuentra un alma despiadada. Disfrutas rompiendo corazones, hiriendo a cualquiera y enamorando a tu paso. Dices que es por venganza de un primer amor fallido que todavía duele, mas yo sé que todo esto te divierte.
No eres la única que miente. Yo siempre digo que no me enamorarás, mas desde aquella nublada tarde otoñal no ceso de suspirar porque me vuelvas a mirar.
Cualquier poeta te habría dicho lo mucho que le afecta tu mirada, mas yo no soy cualquier poeta.


-Expresivísima.

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