miércoles, 28 de septiembre de 2016

Ojos negros.

Yo vi unos ojos negros que hicieron mi alma temblar.
Yo observé muy de cerca una mirada que puede matar.

Jamás pude confiar en nadie. Tú eso ya lo sabes bien. Me traicionaron tantas veces, y tantas de ellas creí que esa era la última, que acabé por perder la cuenta.
Tú no sabes en cuantas ocasiones me dijeron: "yo no soy como el resto, en mí puedes confiar". Tú no sabes todas las veces en las que tuve que oír: "cálmate, a mí todo me lo puedes contar". No sabes la cantidad de ocasiones en las que me lo he creído y, una y otra vez, siempre me vuelven a decepcionar.
Poco a poco me acabé encerrando, año tras año, un poquito más en mí. Al final ocurrió que me congelé por dentro. Lo único que podía ya sentir era un extraño frío vacío. Me culpaba noche tras noche por no poder sentir nada, mas fui yo quien me convirtió en eso. Todo lo malo que me ocurre es culpa mía, todo esto yo me lo merezco.

Sin embargo, un día, yo vi unos ojos negros que hicieron mi alma temblar.
Yo observé muy de cerca una mirada que puede matar.

Y, es que, el día que te conocí, algo dentro de mí cambió. El dolor no desapareció, pero la carga, por fin, fue mucho más fácil de soportar entre dos.  Todo gracias a ti.
En tu mirada se halla la negra muerte, mas cada día, al despertarme junto a ti, te observaba impaciente hasta que tus párpados se abrieran y me mostrasen semejante oscuridad.
Contigo junto a mí, por fin, sentía que nadie más volvería a traicionarme. Tú llenabas mi vacío. Tú calmabas mi ansiedad. Tú curabas mi dolor. Tú me hacías sentir cosas que ni en mis sueños más bonitos jamás me podría imaginar.
En tus ojos se hallaban dos oscuros abismos, mas en cada beso que me regalabas, yo me lanzaba sin pensar en aquella sinfín negrura.
El problema es que me ilusioné. Confíe demasiado. Creí que esta vez sería distinto. Realmente yo pensaba que si alguien me volvía a traicionar, podría superarlo. Pero ese alguien fuiste tú y aquello fue demasiado para mí. Así que aquí me tienes. Soy más muerte que vida.
La buena noticia es que ya no lloro. Quizás ya no me queden lágrimas o quizás, simplemente, he aceptado mi fin. Pero ya no lloro. No... Ya no lloro.
Esperaba poder aguantar este dolor. Esperaba poder soportar los golpes de pie. Pero la negrura clama por mí y su llamada es demasiado fuerte como para silenciarla.

Yo conocí unos ojos negros que hicieron mi alma temblar.
Yo observé muy de cerca una mirada que puede matar.

La muerte es tan oscura como tu infinita mirada. No lo puedo soportar más.




-Expresivísima.

No hay comentarios:

Publicar un comentario