domingo, 28 de marzo de 2021

Entrelíneas.

Todo es gris.
Hay tormenta en esta veraniega noche. Hay tormenta sin que llueva y sin que se nuble el cielo. Pero hay tormenta, porque te he oído. Esta noche me has llamado y te he oído. Mi nombre has susurrado a gritos, yo te he oído mas no he contestado porque no soy capaz. Sé que con un simple gesto podrías volver, podríamos traer de nuevo a nuestras vidas aquella tranquila cotidianeidad. Recuerdo esa diaria monotonía interrumpida por algunas imborrables noches impulsivas. Muchas veces lo echo de menos. Muchas veces la soledad me engaña y creo que aún te quiero. Y creo que aún te necesito hasta que la realidad recuerdo.
Vuelve el dolor.
Pero oigo tu voz, me llamas. Mi nombre cantas y dudo. Me frustro, sufro. A veces creo querer volver, pero qué bien me sentó echar a correr. A veces creo querer volverte a ver, hasta que recuerdo la última vez. Aún me duele la fingida sonrisa que dibujábamos en nuestros labios. Esos labios que tantas y tantas veces se han rozado. Oigo que me llamas y oigo cuando callas. Tu silencio me apuñala tanto como tus palabras. Y dudo. Porque dudo mucho. Dudo de la vida, de mí, de si realmente me quisiste -porque yo sí-, de si fue real o ensoñación, de si ahora me llamas... Siempre creo cuando callas que por fin - aunque sufra - me has olvidado. Sin embargo, luego me llamas - lo oigo, te oigo - y me pregunto si es real, si alguna vez lo fue...
Porque ya no sé si a quien escucho es a ti, porque quizás ni nuestras noches recordarás ya, porque ni sabes lo que hiciste mal. Y sufro. Ya no suena tu voz. Ya se acabó nuestra canción. Ya nadie pronuncia mi nombre.
¿Alguna vez alguien lo ha pronunciado de verdad? ¿Alguna vez alguien lo volverá a pronunciar?
Solo hay silencio.
Veo tu autobús pasar y, sin  poder evitarlo, miro por si estás subido.
Entonces paso por aquella calle por la que en una fría noche me llevaste y mi mirada va detrás. Y allí, en aquella plaza, fue donde me besaste. En ese puente vimos amanecer y ahora solo veo mi sombra mientras me tiro por él. Porque duele cuando me llamas y duele cuando callas y yo no puedo más. Me pregunto si alguna vez de mí te acordarás. Ojalá pudieras saber que has sido mi último pensamiento.

domingo, 17 de marzo de 2019

Olas

Me desperté porque soñé contigo y, por una vez en mucho tiempo, no me siento vacío.
La luna brilla en el cielo negro dejando débiles destellos inundar la estancia. Estoy sentado en la cama respirando frío invierno. Mi cama está sola desde hace mucho tiempo. Y aún te echo de menos. Sobre todo hoy, porque apareciste en mis sueños.

Soñé un recuerdo no del todo cierto.
Un pasado un poco cambiado.
Estábamos en la playa, como todos los domingos, íbamos a pasear allí. En realidad no paseábamos, simplemente nos sentábamos en la arena a ver las olas morir. Ese día coincidió marea alta, la superficie marítima se alzaba imponente y atacaba la orilla con furia dejando tan solo espuma blanca como recuerdo de tan ardua batalla. Una terrible lucha por parar lo imparable, cambiar lo incambiable. No morir rotas contra la simple arena.

No morir rotas... Siempre decías frases así. Frases que suenan bien pero al principio no tienen sentido. Aunque con el tiempo las he ido comprendiendo...Ojalá hubiese prestado atención al principio, pero estaba cegado. Estaba demasiado ilusionado con volver a tenerte entre mis brazos, con volver a mirar a tus ojos y besar tus labios. Me costaba creer que fueras realmente tú otra vez. Te había echado demasiado de menos. He fantaseado mil y una vez con ese preciso momento y ahora si alzaba los ojos ahí estabas tú. Mi mirada posada en tu mirada. Realmente eras tú. Siempre has sido tú, para mí. Incluso cuando te encerrabas en ti y no dejabas a nadie entrar. Yo te seguía queriendo con la misma intensidad porque sabía que seguías siendo tú. Se me atragantan las palabras. Me cuesta sacarlas. Están dando vueltas y vueltas dentro de mi cabeza sin dejarme escoger una siquiera. Me cuesta expresar lo que pienso y siento. Jamás quise dejarte sentir sola. Sin embargo no entendía tus palabras como ahora no comprendo las mías. Me costaba descifrar tus mensajes porque nunca querían decir lo que se creía a simple vista. Pero yo me conformaba con que sonaran bonito y que eras tú quien las había dicho. No me comprendo ahora pero ahora te comprendo a ti. Lástima que ya no estés aquí. Quizás yo no fui tu gran amor después de todo.
Eso solo lo podrías saber tú... Yo solo sé que tú sí fuiste el mío. Te echo en todo momento de menos. No sé cuánto dolor puede sufrir un hombre pero sí sé que hace mucho que sobrepasé mis límites y no puedo volver atrás.
El cuchillo ya se clavó, la sangre ya brotó.
Es insufrible acostarme todas las noches sin que seas la última persona de la que me despido. Es horrible levantarme todos los días y que no seas lo primero que veo.

Lo siento.
Te estaba contando mi sueño. Ahora vuelvo a ello.
Fuiste directa a tu sitio preferido, un saliente de rocas que forman un balcón natural de arena a unos metros sobre el mar. Cuando el mar está manso muchos bañistas saltan desde allí sin ningún problema para zambullirse en las cristalinas aguas. Cuando el mar está bravo, te salpica la espuma de las olas que ahí van a morir.
Me explicaste que necesitabas notar las gotas saladas en tu cara y dejar que el frío viento las congele.
Dijiste que necesitabas sentir.
No contesté. Me quedé hipnotizado a tu espalda observando volar mechones de tu despeinado cabello. Te quería tanto y no lograba entenderte. Me desesperaba.
Sin embargo, en cuanto me acechó ese pensamiento, las grandes grises nubes que aprisionaban el sol desaparecieron mostrando un fondo tan azul que cegó al mar y el oleaje se calmó.
Te levantaste lenta, segura. Te diste la vuelta y me tomaste de la mano.
En cuanto rocé tu piel nació en mí un cosquilleo dentro, muy dentro, que me recorrió todos los nervios del cuerpo en un latido de mil y un pálpitos.
Me llené de luz y sonreí. Te miré y sonreías, porque brillando estabas. No pude no abrazarte.

Y me desperté sin sentirme, por fin tras mucho tiempo, tan vacío.

Sin embargo luego, aún tumbado, extendí la mano y solo sentí lejanas sábanas.
Me senté en la cama respirando frío invierno
y tú no estabas.
Hace mucho tiempo que ya no estás.

En la realidad no salió el sol ni se calmó el mar. No te diste la vuelta al levantarte y mucho menos me diste la mano. En la realidad simplemente dijiste "adiós" y te fuiste corriendo dejándome plantado con mil y una dudas en la boca y el mar escupiéndome en la cara. Las gaviotas que me sobrevolaban pasaban riéndose de mí. Las preguntas me atormentan aún hoy. Juro que puedo sentir la brisa marina mientras me cuestiono ¿por qué solo dijiste "adiós"?, ¿qué hice mal?, ¿debí haber ido tras de ti?, ¿acaso volverás?
Esta última es un sinvivir.
¿Volverás?
Desde la última vez que te vi seguí acudiendo todos los domingos a la playa por si te veía pasear de pura casualidad. Sin embargo, ahora ya ni puedo ver el mar sin que me asalte la duda.
¿Volverás?

Te sigo esperando todas las noches en mis desvelos, porque aún te echo de menos.
Vuelvo a notar vacío.




-Expresivísima.

martes, 27 de febrero de 2018

Ópera

Aquí estoy, en la sombra, mirando al cielo.
Me rodea una quietud abrumadora. Hay silencio en medio del ruido.
El viento me golpea a ratos. Ahora los rayos del sol brillan. Me iluminan. Oteo al horizonte y veo grises y colores. A través de las ramas de los altos árboles está el cielo. Y, ¡qué cielo! Tan azul que podría perderme en él. Pero no puedo. Tengo prisa, aquí, tengo prisa ahora aunque parezca que no pasa el tiempo.
En estos minutos aquí sentada no existe el tiempo. Pero tengo prisa.
El cielo... Es tan azul que podría perderme en él. Y quiero. Pero no puedo. Las nubes rompen con el monótono celeste recordándome dónde estoy y qué soy.  Las blancas nubes tornándose grises amenazando con cubrir el cielo y el sol. Tornándose tan grises como el suelo, como las estatuas, como los bancos, como los árboles... Y el viento. Siempre está ahí el viento. Siempre ha estado y siempre estará. Las hojas marchitas en el suelo se dejan llevar. Ojalá poder dejarme llevar con ellas a... no sé a dónde. A ningún lugar. No necesito una meta para dejarme llevar, para soñar con la libertad. Solamente quiero ser sin ser.
Y aquí estoy, mirando al cielo. Existiendo.
El sol me calienta y me hace recordar que hay algo más que viento, que no existe la libertad. Vuelvo en mí y escucho voces sin oírlas. Hay gritos de fondo que nunca llegan a ser escuchados. Pasos. Gente que va a algún lugar, pero, para mí, caminan por caminar. Sin más rumbo que el paso siguiente al que acaban de dar.
Y viento
y hojas
y cielo...
Cielo infinito, cielo azul, cielo surcado de blancas nubes amenazantes, convirtiéndose en un oscuro pero brillante gris. Aparece en ellas un cegador brillo lentamente, ellas no tienen prisa. Ellas no tienen tiempo.
Ojalá ser nube y ser sin ser.
Ojalá ser hoja y dejarme llevar, sin rumbo, sin meta, sin fin.
Pero tengo prisa, por desgracia soy siendo.
Sigo siendo.


-Expresivísima. 

miércoles, 10 de mayo de 2017

El relato de nuestra noche.

Estamos solos, ¿te das cuenta? Estamos solos en el mundo. La ciudad es nuestra, las calles nos pertenecen. El universo nos observa, nos deja hacer.
Estamos solos.
Tú y yo.
Y así seguiremos toda la eternidad. Estamos solos sin soledad, solos por minutos infinitos.
Y brindo por los segundos en los que se para el tiempo, como el segundo justo antes de un gran beso o el segundo en el que dos sonrisas coinciden tras una suave caricia.
Brindo por nuestras noches en vela y por nuestras mañanas dormidos. Juntos. Solamente juntos. Porque estamos solos en el mundo, pero solamente juntos.
Las manos me arden del frío. El viento me muerde la cara. Noto los pies mojados de pisar aquel charco delante del puente suicida. Noto el cielo clarearse, la luna huir y las estrellas esconderse. El tiempo comienza a revivir. Te pido que nos quedemos un rato más, a pesar del frío, a pesar del cansancio, a pesar del hambre, a pesar del sueño, quiero ver amanecer. Quiero sentir un último instante de eternidad, de libre soledad. Solamente juntos. Dueños de todo y de nada. Dueños de nosotros huyendo del resto, de obligaciones, de problemas, solo nos preocupa ya la felicidad y disfrutar juntos. Queremos vivir.
Y así nos quedamos eternamente, como en un cuadro, como en un pegadizo poema, como en una canción que no te sacas de la cabeza: viendo amanecer infinitamente sentados en el centro del puente suicida. Dos corazones solitarios encontrados. Incluso así nos atormenta la soledad, pero esta vez la disfrutamos porque nos atormenta juntos, porque estamos solos pero solamente juntos.
Soledad compartida.
Compañía solitaria.



-Expresivísima.

Podría acabar así la historia, desdichados pero disfrutando juntos.
Por desgracia te fuiste.
Lástima que eso solo fuese una noche, que el resto del tiempo, aunque juntos, estábamos solos. Lástima que no seamos eternos, que seas un cobarde y que te recuerde con rabia.
Ya no estamos solos.
Ahora solo estoy yo.

martes, 2 de mayo de 2017

Fue en Abril.

Me duele escribirte esto. Me duele pensarte. Me duele con ese dolor que se siente sin sentirlo.
Me duele recordarte, aunque a veces sonría al hacerlo. Me duele y no sé porqué, ya que no quiero que vuelvas.
Me duele con dolor vacío, con ese dolor que se siente sin sentirlo. Te consume por dentro, se agarra a tu pecho golpeándote con cada latido, se adentra en tus entrañas emponzoñandote por dentro y te aplasta los pulmones haciendo que cada suspiro queme.

Cojo aire, frío.
Respiro.
Trato de calmarme para decirte esto pues hasta me duele escribirlo.

Esta es la última noche de Abril, quedan apenas unos minutos para que el mes llegue a su fin. Este era nuestro mes, Abril siempre me hará pensar en ti.
Sin embargo, no sé qué me ha pasado. Llevaba meses aterrada con una fecha. Esperaba que llegase y rápido pasase como de pequeños se espera a una tormenta. Lo pasaría mal, dolería, sufriría, pero solo sería ese día y luego todo volvería a ser normal. Me daba miedo, pero quería que el día llegase. Hasta tenía planeada la forma en la que sufriría: lo haría en silencio durante el día y, una vez refugiada en la nocturnidad, daría cuerda suelta a la rabia y a la tristeza para recordarte como es debido, como a un poema.
Lo tenía todo planificado hasta que una mañana me desperté y lo primero en lo que pensé fue en ti. Tu nombre golpeó mi mente como un relámpago y tu rostro apareció frente a mí reprochándome algo que yo desconocía. Rápidamente miré en qué día estaba y me di cuenta de que habían pasado casi dos semanas de aquella fecha que yo tanto temía. Casi dos semanas desde aquel día en el que supuestamente yo tanto sufriría y, sin embargo, ni siquiera recordaba dónde había estado en tal "temible" fecha.

Ahí comenzó el dolor. Ahí empezó. Aún hoy a un minuto escaso de que termine Abril duele con ese dolor que se siente sin sentirlo.
Esa fecha que tanto temía era el aniversario de cuando me di cuenta de que realmente te quería tanto como para cometer una bonita locura (porque fue bonita).
Duele, pero no es por tu culpa.
No quiero que vuelvas, pero quiero que sepas que significaste mucho para mí a pesar de lo malo, a pesar de los problemas. Quizás digo esto porque la noche me ablanda, no lo sé, de todas formas gracias por el tiempo compartido.
Duele, con ese dolor que se siente sin sentirlo, tan solo sintiendo vacío. Pero nada es para siempre, todo acaba.

Fue en Abril cuando me di cuenta por primera vez de que amaba.
Fue otra vez en Abril cuando me di cuenta de que siempre te llevaré como un bonito recuerdo, a pesar de todo.




-Expresivísima.

PD.:Espero que sepas que te quise de verdad.

domingo, 30 de abril de 2017

Fuego.

Te veo y me quemo.
Me quemo por dentro cuando mi mirada acaricia tu piel y se fija en cada parte de tu cuerpo. Porque nunca serás mío. Jamás te podré abrazar, jamás te podré acariciar, jamás te podré besar. Por eso te veo y me quemo.
Me quemo por dentro cuando en una estancia entro y ahí estás tú, te veo. Nos miramos callados, sonreímos, vas a decirme algo pero me aparto. Porque nunca seré tuya. Ya perteneces a alguien, a ella. Y yo ya pertenezco a alguien, a mí misma. Por eso te veo y me quemo.
Sueño con un día en el que este amor sea correspondido, mas no es recíproco mi dolor. O eso creo cuando te veo hablando con ella, tan felices los dos...
Y me quemo por dentro.
Lloro en silencio porque mi existencia conozcas. Grito callada porque jamás lo que siento sabrás. Te miro, me quemo y toda esperanza pierdo. Ya no me queda ni fe ni nada que creer querer. O por lo menos eso pienso hasta que miro en tus ojos y en tu mirada veo fuego, quemándote por dentro.




-Expresivísima.

viernes, 21 de abril de 2017

Soñé que me odiabas.

Era una fría mañana. Lluviosa. Gris. Como yo.
Recuerdo que había pasado una noche corta. Recuerdo que soñé que me odiabas.
Sorbía un cargado café tratando de reconstruir el difuso sueño. El sol había salido, era ya otro nuevo día. Otra nueva oportunidad de empezar de cero, de intentar ser feliz y, sin embargo, me estancaba en el pasado. Mi mente estaba absorta en aquella pasada, fría y corta noche en la que soñé que me odiabas. Digo soñé porque fue eso, un sueño, y no una pesadilla. En las pesadillas te despiertas con una extraña sensación de no pertenecer al mundo. Mas yo me desperté como si fuese otra mañana más, porque era solo una mañana más a pesar de soñar que me odiabas.

Había sido una corta noche como todas las anteriores. Mi fiel compañero llamado insomnio suele hacer guardia junto a mi cama cuando las estrellas deciden brillar. Creo recordar que tomé una (o más bien un par) de pastillas para poder lograr la cabeza apoyar en los mullidos brazos de Morfeo. Creía que iba a ser una noche sin sueños (a veces adoro esas noches, otras veces las aborrezco). Me equivocaba. Soñé con humo. Un humo gris que frente a mí brillaba. Me tenía hipnotizada. Estiré la mano para poder acariciarlo y aparecí en escena. El humo me rodeaba, jugaba a mí alrededor. Sin embargo, cuando trataba de alcanzarlo, este se disipaba. Al final desapareció.
Miré a mi alrededor, no había nada.
De repente me sentí sola. Perdida. Confundida. En el medio de un laberinto me hallaba. No sabía qué hacer, no sabía qué de mí se esperaba.
Caminé, huí, grité, corrí. Todo en vano. Aquello solo eran tinieblas. Negra sombra que me atormenta. Y apareció una inquieta luz blanca intentando gritarme algo sin palabras. Avanzo sin saber. Camino paso a paso hacia lo desconocido. Todo espinas, todo gris, todo bajas nubes, alta niebla. Negra oscuridad que me ata y me rodea. Intento avanzar hacia la luz y ahí estás tú. Mi calor, mi ancla, mi perdón.

Avanzo mas mi meta cada vez más y más se me aleja. Un imposible de alcanzar ahora asemejas. Porque me odias, por eso no puedo llegar a ti. Porque por más que doy y doy no recibo y esto no puede seguir así, lo sé. Altos muros de indiferencia has colocado. Un gran abismo ahora nos separa. Mas desconozco la razón de la tormenta.
Sigo luchando contra las negras tinieblas. Sigo esquivando las emponzoñadas espinas tratando de alcanzarte en tu luz. Mas me odias, no sé porqué y no sé si lo quiero saber. Trato de avanzar mas no puedo. No quiero rendirme porque yo sí te amo, porque yo sí te quiero. Pero es en vano.

Soñé que me odiabas y, al recordar el sueño, sorbiendo de aquel triste café denso, recordé que no era un sueño.




-Expresivísima.